La industria de los videojuegos ha adoptado ampliamente las pruebas digitales, conocidas como "playtesting" o pruebas de juego, como una parte esencial del desarrollo de productos. Estas pruebas permiten a los desarrolladores evaluar la jugabilidad, encontrar errores, y recibir retroalimentación sobre la experiencia del usuario antes de lanzar un videojuego al mercado.

El proceso de playtesting suele involucrar a jugadores reales, quienes interactúan con el juego en diferentes etapas de su desarrollo. Los desarrolladores observan cómo juegan, identifican áreas problemáticas, y ajustan el juego en función de los comentarios y datos recopilados. Además, también se pueden utilizar herramientas digitales y software especializado para automatizar y analizar ciertos aspectos del juego, como el rendimiento o la experiencia del usuario.

Este enfoque no solo mejora la calidad del producto final, sino que también permite a las empresas de videojuegos mantenerse competitivas en un mercado tan dinámico y exigente.